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un cementerio romantico en el corazon de Roma

un cimitero romantico nel cuore di Roma

En el corazón de Roma, al pie de la Pirámide de Caio Cestio, podemos encontrar uno de los cementerios románticos más sugestivos y evocadores de Europa. Llamado Cementerio Acatólico, Protestante o de los artistas y poetas, acoge a unas 4000 almas que desde principios del siglo XVIII vinieron a descansar al pie del monumento funerario más emblemático de Roma. La Pirámide fue construida en honor al pretor y tribuno de la plebe Caio Cestio Epulo muerto hacia la segunda mitad del siglo I a. C., según reza una inscripción, en la que además se detalla que su construcción se llevó a cabo en 330 días.

De origen espontáneo, esta necrópolis, surgió por la necesidad de encontrar un lugar alternativo a los camposantos parroquiales donde poder inhumar a extranjeros y acatólicos. Aquellos forasteros que no pertenecían a ninguna cofradía o iglesia no tenían un lugar determinado donde enterrar a sus familiares, del mismo modo, protestantes, acatólicos o ateos tenían prohibida la inhumación en la tierra sagrada de los cementerios ad sanctos. En un principio este fue el motivo de su fundación. No se sabe muy bien en que lugar se enterraban anteriormente los acatólicos, probablemente en zonas marginales como il Pincio, o el Piazzale Flaminio, cercano a las prostitutas romanas. La Pirámide, con el Testaccio y Porta San Paolo como entorno, no era mucho más segura que el Flaminio, aunque estaba aislada de la ciudad, era una zona de diversión y fiestas campestres de no muy buena fama, por ello en más de una ocasión las tumbas, fruto de la intolerancia religiosa, eran violadas y profanadas. Este desprecio hacia paganos y protestantes no venía solo del pueblo, sino sobre todo de la Iglesia Católica que, durante muchos años, censuró la existencia de este cementerio obstaculizando cualquier maniobra de ampliación o consolidación.

Difíciles fueron los primeros años entre mediados del setecientos y principios del ochocientos, en los que los enterramientos debían realizarse en horas nocturnas a la luz de las antorchas para evitar problemas de orden público y vejaciones. Entre otras prohibiciones, tenían vetado el uso de signos católicos en sus monumentos funerarios como cruces o epitafios referentes a la vida eterna, puesto que las Autoridades eclesiásticas consideraban que aquellos que estaban fuera de la fe católica no tenían posibilidad de salvación, por lo tanto calificaban de blasfemias el uso de símbolos católicos en sus tumbas.

Aunque nacido en la clandestinidad y de forma ilegítima, siempre hubo protectores que desde el principio se hicieron cargo de su cuidado y mantenimiento, ministros, cónsules y embajadores de países como Alemania, Inglaterra, Suecia o Estados Unidos, preocupados por el destino último de extranjeros y acatólicos compatriotas, actuaban como representantes de la necrópolis ante el Estado Pontificio. Pero ni siquiera su influencia fue suficiente para conseguir el permiso necesario para amurallar el recinto. En multitud de ocasiones se solicitó autorización para construir un muro de tres metros y medio que protegiera la necrópolis de posibles profanaciones y de los rebaños de animales que por allí pastaban, pero lo único que se consiguió fue el consentimiento de cavar una zanja o foso que de algún modo aislaba el lugar. El Estado Pontificio, en su afán por negar la existencia de un cementerio protestante en la ciudad papal, vetaba la construcción del muro alegando que entorpecería la visión de la Pirámide, al igual que los árboles que también fueron prohibidos en sus alrededores.

Todos estos impedimentos no fueron obstáculo para que muchos personajes históricos eligieran este lugar para su descanso eterno. Entre los más célebres se encuentran dos poetas románticos John Keats (1795-1821) y Percy Shelley (1792-1822). Keats, afectado de tuberculosis viajó a Roma en busca de un clima más benévolo. Durante su corta estancia en la ciudad se alojó en plena Plaza de España en un pequeño piso que compartía con su amigo el pintor Joseph Severn (1793-1879). Viendo que se acercaba su fin Keats encomendo a su amigo la elección del lugar donde sería enterrado, un rincón frente a la Pirámide poblado de margaritas y violetas blancas y azules. "Gli pareva già di sentire come i fiori gli crescevano sopra", esa fue la sensación de Keats al escuchar la descripción de tan bucólico paraje. Según sus deseos, ningún nombre figura en su lápida, tan sólo las palabras "Here lies One Whose Name was writ in Water". Sin embargo su nombre se puede leer al lado, en la lápida de Severn, quien quiso permanecer en vida y muerte junto a su más fiel amigo.

Shelley, uno de los poetas más influyentes del romanticismo inglés, tras separarse de su primera mujer partió de viaje por Europa acompañado de Mary Wollstonecraft, conocida como Mary Shelley, autora de Frankenstein. Años más tarde, cuando su esposa Harriet fue hallada ahogada en un estanque -al parecer fruto de un suicido- el poeta y la escritora contraían matrimonio. En 1822 navegando entre Livorno y la Spezia, Shelley desaparecía en medio de una gran tempestad. Su cuerpo se encontró diez días después en la orilla de la playa. Hoy sus cenizas descansan en la parte alta del cementerio bajo una simple lápida con algunos versos de La Tempestad de Shakespeare.
Muchos otros escritores, pintores, escultores o diplomáticos eligieron este lugar para su sueño eterno. Por ejemplo la escritora alemana Malvida von Meysenbug, amiga de Nietzsche y Wagner, el egiptólogo svedese J.D. Akerblad inhumado cerca de Keats y Severn, también Augusto, hijo de Goethe, con un retrato en relieve obra de Thorvaldsen. Entre los escultores, Gibson y Wyatt, ambos ingleses y el americano William Wetmore Story (1819-1895) autor de una de las obras más conmovedoras del cementerio, el "Angelo del Dolore" ópera póstuma que el artista realizó para su esposa Emelyn (1820-1895). También pintores como A.J. Carstens, o los alemanes Riedel, Fohr, Marées y Reinhart, moran en este jardín.
La fascinación por este lugar se manifiesta, además, en obras de gran interés artístico que oscilan entre el Neoclasicismo y el Liberty.
Uno de los monumentos más antiguos es el sarcófago de corte neoclásico, realizado en 1810 por el escultor svdese E.G. Göthe en honor a Lady Temple (+1809), célebre por su belleza, como también lo fue Rosa Bathurst (1808-1824), joven muchacha británica ahogada en el Tevere a los 16 años mientras cabalgaba a orillas del río. En su monumento, se pueden reconocer influencias de la iconografía canoviana en el ángel de la muerte que apaga la antorcha de la vida, mientras en el frente contrario aparece personificada el alma de la joven que asciende, acompañada por un ángel, desde las aguas que vieron su fin.

Único en el cementerio es el monumento escultórico al Dragone dei "Royal Scots Grays" Devereux Plantagenet muerto en 1850. Lo encontraremos descansando relajadamente junto a su perro, con un libro en la mano y mirando hacia el cielo.
De época Liberty se conserva un buen ejemplo en la obra de Ettore Ximenes para el commodoro ed esploratore, fallecido en 1879, Thomas Jefferson Page, nipote di Thomas Nelson Junior firmatario della dichiarazione dell'Independenza.
En este plácido lugar, donde hasta la abundante vegetación es objeto de protección, yacen como hermanos todos aquellos que algún día fueron discriminados por razón de religión o nacionalidad, unidos para la eternidad por su diferencia.
Todos estos ingredientes, arte, mitos y leyendas, han hecho de este cementerio un lugar de peregrinación, un rincón romántico en el corazón de la Ciudad Eterna.
professionalità, tradizione, competenza

Nel cuore di Roma, ai piedi della Piramide di Caio Cestio, possiamo ammirare uno dei cimiteri romantici più suggestivi ed evocativi d'Europa. Chiamato Cimitero Acattolico, Protestante o degli artisti e poeti, accoglie 4000 anime che dall'inizio del XVIII secolo vennero a riposarsi ai piedi del monumento funerario più emblematico di Roma. La Piramide fu costruita in onore del pretore e tribuno della plebe Caio Cestio Epulo, morto verso la seconda metà del I secolo a.C., secondo la preghiera di una iscrizione nella quale, inoltre, si dice che la sua costruzione si compì nel giro di 330 giorni.

Di origine spontanea, questa necropoli sorse per la necessità di trovare un luogo alternativo ai camposanti parrocchiali dove potere inumare gli stranieri e gli acattolici. Quei forestieri che non appartenevano a nessuna confraternita o chiesa non avevano un luogo preciso dove poter seppellire i propri familiari; allo stesso modo, a protestanti, acattolici o atei era proibita la inumazione nella terra consacrata dei cimiteri santificati. In principio questo fu il motivo della sua fondazione. Non si conosce bene in che luogo venivano sepolti anteriormente gli acattolici; probabilmente in zone limitrofe come il Pincio, o il Piazzale Flaminio, vicino alle prostitute romane. La Piramide, con il Testaccio e Porta San Paolo come contesto, non era molto più sicura del Flaminio; anche se isolata dalla città, era una zona di divertimento e di feste campestri di dubbia fama: per questo in più di un'occasione le tombe, oggetto della intolleranza religiosa, furono violate e profanate. Questo disprezzo verso pagani e protestanti non veniva solo dal popolo, ma soprattutto dalla Chiesa Cattolica che, per molti anni, censurò la esistenza di questo cimitero ostacolando qualsiasi manovra di ampliamento e di consolidamento.

Difficili furono i primi anni fra la metà del Settecento e l'inizio dell'Ottocento, durante i quali le sepolture dovettero effettuarsi nelle ore notturne, alla luce delle torce, per evitare problemi di ordine pubblico e vessazioni. Fra le altre proibizioni, era vietato nei monumenti funerari l'uso di segni cattolici come croci o epitaffi alludenti alla vita eterna, visto che le Autorità ecclesiastiche consideravano coloro che non professavano la fede cattolica incapaci di ottenere la salvezza eterna; pertanto, tacciavano di blasfemia l'uso di simboli cattolici nelle tombe di codeste persone.

Nonostante sorto in clandestinità e illegittimamente, ebbe sempre dei protettori che sin dal principio si fecero carico della sua cura e del suo sostentamento: ministri, consoli e ambasciatori di Paesi come la Germania, l'Inghilterra, la Svezia o gli Stati Uniti, preoccupati per l'ultimo viaggio degli stranieri e degli acattolici compatrioti, agirono come rappresentanti della necropoli davanti allo Stato Pontificio. Però neanche la loro influenza fu sufficiente per ottenere il permesso di costruire un muro intorno al recinto. In molte occasioni si sollecitò l'autorizzazione per costruire un muro di tre metri e mezzo che proteggesse la necropoli da possibili profanazioni e dai greggi di animali che passavano di lì, ma l'unica cosa che si riuscì ad ottenere fu il consenso di scavare un fosso che isolasse il luogo. Lo Stato Pontificio, nel suo affanno per negare l'esistenza di un cimitero protestante nella città papale, vietava la costruzione del muro adducendo che avrebbe ostacolato la visione della Piramide; allo stesso modo gli alberi vennero proibiti nei suoi dintorni.

Tutti questi impedimenti non furono un ostacolo affinché molti personaggi storici eleggessero questo luogo per il loro riposo eterno. Fra i più celebri troviamo due poeti romantici: John Keats (1795-1821) e Percy Shelley (1792-1822). Keats, affetto dalla tubercolosi, arrivò a Roma in cerca di un clima più benevolo. Durante la sua breve permanenza nella città alloggiò in Piazza di Spagna in un piccolo appartamento che divideva con il suo amico il pittore Joseph Severn (1793-1879). Vedendo che si stava avvicinando la sua fine, Keats incaricò l'amico di scegliere il luogo dove seppellirlo, un angolo di fronte alla Piramide popolato di margherite e violette bianche e azzurre. "Gli pareva già di sentire come i fiori gli crescevano sopra", fu la sensazione di Keats ascoltando la descrizione di un posto così bucolico. Secondo i suoi desideri, nessun nome sarebbe dovuto figurare sulla sua lapide, ma soltanto le parole "Here lies One Whose Name was writ in Water". Al contrario, il suo nome si può leggere al lato, nella lapide di Severn, che volle rimanere come in vita così nella morte unito al suo più caro amico.

Shelley, uno dei poeti più influenti del romanticismo inglese, dopo essersi separato dalla sua prima moglie partì per un viaggio in Europa accompagnato da Mary Wollstonecraft, conosciuta come Mary Shelley, autrice di Frankenstein. Anni dopo, quando la moglie Harriet fu scoperta affogata in uno stagno - apparentemente conseguenza di un suicidio - il poeta e la scrittrice contrassero matrimonio. Nel 1822 navigando fra Livorno e La Spezia, Shelley scomparve nel mezzo di una tempesta. Il suo corpo fu ritrovato dieci giorni dopo sulla riva della spiaggia. Oggi le sue ceneri riposano nella parte alta del cimitero sotto una semplice lapide con alcuni versi della Tempesta di Shakespeare.

Molti altri scrittori, pittori, scultori o diplomatici, elessero questo luogo per il loro sonno eterno. Per esempio la scrittrice tedesca Malfida von Meysenburg, amica di Nietzsche e di Wagner, l' egittologo svedese J.D. Akerblad, inumato vicino a Keats e Severn, anche Augusto, figlio di Goethe, con un ritratto in rilievo opera di Thorvaldsen. Fra gli scultori, Gibson e Wyatt, entrambi inglesi e l'americano William Wetmore Story (1819-1895) autore di una delle opere più commoventi del cimitero, l'Angelo Del Dolore, opera postuma che l'artista realizzò per la sua sposa Emelyn (1820-1895). Anche pittori come A.J. Carstens, o i tedeschi Riedel, Fohr, Marée e Reinhart, furono sepolti qui. Il fascino di questo luogo si manifesta, inoltre, in opere di grande interesse artistico che oscillano fra il Neoclassicismo e il Liberty. Uno dei monumenti più antichi è il sarcofago in stile neoclassico, realizzato nel 1810 dallo scultore svedese E.G. Gothe in onore di Lady Temple (+ 1809), celebre per la sua bellezza, come pure lo fu Rosa Bathurst (1808-1824), giovane ragazza britannica affogata nel Tevere a sedici anni mentre cavalcava sulla sponda del fiume. Nel suo monumento si possono riconoscere influenze della iconografia canoviana nell'angelo della morte che spegne la torcia della vita, mentre nel fronte opposto appare personificata l'anima della giovane che sale, accompagnata da un angelo, dalle acque che videro la sua fine.

Unico nel cimitero è il monumento scultoreo al Dragone dei "Royal Scots Grays" Devereux Plantagenet, morto nel 1850. Lo troveremo a riposare rilassato insieme al suo cane con un libro in mano, guardando verso il cielo.

Dell'epoca Liberty si conserva un buon esempio nell'opera di Ettore Ximenes per il Commodoro ed Esploratore Thomas Jefferson Page, morto nel 1879 e nipote di Thomas Nelson Junior, firmatario della dichiarazione dell'Indipendenza.

In questo tranquillo luogo, dove anche la abbondante vegetazione è oggetto di protezione, giacciono come fratelli tutti quelli che un tempo furono discriminati per ragioni di religione o nazionalità, uniti per l'eternità a causa della loro diversità.

Tutti questi ingredienti, arte, miti e leggende, hanno fatto di questo cimitero un luogo di pellegrinaggio, un angolo romantico nel cuore della Città Eterna.María Jesús Blasco Sales
(traduzione di Roberta Balboni)


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